Mes: noviembre 2023

Adiós a mi yo Community Manager

Más de 10 años gestionando comunidades en redes sociales digitales me dejaron cansada pero con una gran satisfacción de aprendizaje.

El match

Desde adolescente siempre me interesaron las relaciones que se pueden crear por medio de las redes sociales digitales, mi primer contacto con una fue a los 13 años, solía irme a un café internet del barrio para descargar música y letras en Inglés, así llegué a My Space, allí encontré una comunidad con la cual compartía el mismo interés musical y artístico. La sola idea de poder interactuar con otras personas desde diferentes partes del país y del mundo fue algo que me voló la cabeza.

Más adelante, en mi primer trabajo conocí Facebook, recuerdo que fui una de las primeras personas en la oficina en explorar la red social que ya llevaba más de tres años en el mundo digital, pero que para mi, en ese momento me pareció novedosa y revolucionaria, aprendí a usarla y poco a poco empecé a enseñarle a mis compañeros de trabajo su funcionamiento, así me convertí en una evangelizadora digital, red social que salía al aire, perfil que creaba y contenido que producía; todo lo contaba con el fin de generar interés en las personas y ganar seguidores, likes y comentarios. Todo esto me ayudó a dimensionar el potencial y el poder que las redes sociales digitales representaban en términos de relaciones y comunicaciones con otras personas.

El trabajo

Lo que surgió como un ejercicio de experimentación terminó siendo mi trabajo. Estando en la universidad entré a trabajar a una agencia de marketing digital, allí inicié como Asistente de Dirección y luego como Community Manager, ese fue el principio para entrar en una relación constructiva que pasó por todos los estados de ánimo, un momento muy al estilo de la montaña rusa. Empecé trabajando para una cuenta de educación ambiental y consumo responsable, allí puse a prueba mi creatividad, mis emociones y mis capacidades, muy asombrada de lo que podía hacer, se fueron sumando una a una cuentas hasta el día que llegué a administrar cinco al mismo tiempo, cinco marcas, cada una de ellas con su respectiva estrategia de contenido, con redes sociales diferentes, comunidades diversas, equipos complejos y objetivos muy particulares.

Este trabajo fue mi escuela y le debo lo que aprendí, pues fue mi base para desempeñarme más adelante en otras agencias y organizaciones; allí conocí, lo malo, lo feo, lo bonito y lo sorprendente del mundo del marketing digital a través de las plataformas sociales digitales.

El cansancio y la reflexión

Con más de 10 años trabajando para organizaciones y marcas, poco a poco fui desromantizando mi trabajo como Community Manager, lamentablemente en Latinoamérica antes y durante la pandemia, trabajar en estos cargos representaba una gran responsabilidad que muchas veces se hacía invisible, pues en esta figura se empaquetaba en una sola persona el trabajo de todo un equipo, en ese entonces, aparte de ser Community Manager, también era diseñadora gráfica, productora de contenido, comunicadora, estratega digial, social media manager, fotógrafa, camarógrafa, auxiliar administrativa, directora de arte, relacionista pública, publicista, copy y la lista puede seguir, básicamente todo en uno, o como algunos se atreven a decir, me convertí en la chinomatic, terminé cansada, literalmente quemada.

Adicional a esto, ya estaban emergiendo problemáticas sociales y mentales a causa del abuso de redes sociales digitales, temas como el Cambrige Analítica, el síndrome de las puertas cerradas, la desinformación, la saturación de contenido, entre otras problemáticas que resonaron en mí porque me sentía de alguna manera culpable; el estar buscando que las personas te den un me gusta y vivir para ello me obligó a cuestionarme sobre este mundo. Apareció Byung-Chul Han, Zygmunt Bauman, Carlos Scolari, Noam Chomsky y Žižek a quienes les agradezco por mostrarme y reconectarme con el mundo real, el cual ignoraba en medio de mis múltiples actividades digitales subvaloradas. Fue allí donde la relación tan fantástica que tenía con el mundo digital fue resignificándose.

El adiós

Ceratí la tenía clara, «Decir adiós es crecer» pasaron más de 12 años de grandes aprendizajes y caminos recorridos, de lágrimas y risas, de saturación y reflexión hasta que llegó el día de decir ¡Me desconecto de esta vaina! que ya no me llena y de la cual no le encuentro valor, no porque ya no me interesara, solo porque ya estaba cansada y quería darle un giro más profundo, más intenso y con más sutento, fue allí donde le dije adiós a mi yo Community Manager y saludé a mi yo profesora.